Luis Fernando Gil Monsalve[1]
Historiador
Cronista de de los periódicos EPICENTRO y LA CALLE,
las revistas EGOCITY MAGAZINE y CONEXIÓN.
Consejero de Cultura, Medellín-Colombia
lufergil1987@gmail.com
“Un libro debe hurgar en las heridas, provocarlas incluso. Un libro debe ser un peligro” Emil Ciorán
El último libro del polémico escritor vallecaucano Gustavo
Álvarez Gardeazábal, La misa ha terminado
(Ite missa est), está en el ojo del huracán desde su lanzamiento oficial
hace poco más de tres meses, y es que desde aquel primero de febrero pasado no
ha dejado una semana sin provocar escándalo y controversia. Para muestra, su
provocadora e irreverente novela puntea el ápice de los libros más vendidos en
el país, por más de 8 semanas consecutivas.
Aún sin leer el libro, ya se rumoraba para finales
de enero, que una hecatombe de proporciones bíblicas se venía contra la Iglesia
Católica; que centuria tras centuria de sodomía finalmente iba a destaparse, y que
finalmente este prolífico autor se las iba a cobrar completas a la Iglesia,
como lo hizo Fernando Vallejo con su
obra La puta de Babilonia.
Pues bien, por las redes sociales seguí el lanzamiento de La misa desde
Cartagena, ya que a pesar de ser promocionado en pleno Hay Festival, éste nunca ha invitado al autor de Cóndores no entierran todos los días; contrastando
con el protocolo del evento paralelo, el escritor llegó al restaurante El portón de San Sebastián (santo
patrono de los homosexuales) vestido con una colorida papayera, mientras al son
de la música, hombres en zancos, malabaristas y piromaníacos que escupían llamas
desfilaban ante cientos de curiosos e invitados. Muchos de los cuales
recibieron uno de los más de 500 ejemplares que el novelista destinó para
regalar esa noche. ¡Qué hubiera dado por estar ahí! No obstante, le escribí al
autor felicitándolo por su proeza y sin conocerme, me envió a vuelta de correo
un ejemplar autografiado.
Este tulueño pintó una historia de poder, amor y
muerte en los escenarios más sagrados de occidente, dentro de la jerarquía
eclesiástica, rompiendo tabúes y paradigmas que la Iglesia ha conservado contra
todo pronóstico como misterios teologales.
Muchos colombianos estarán identificados con el
lenguaje directo y sin tapujos que utiliza Gardeazábal. Llamando las cosas por
su nombre, entreteje varias historias, -viajando y regresando en el tiempo a su
antojo-, para presentar la vida de dos curas homosexuales que contratan un
sicario, ante su incapacidad de continuar una vida con Sida, hecho histórico
que escandalizó al país en 2012, de donde seguramente tomó este literato este
par de personajes; la historia del Cardenal colombiano Casimiro Rangel que
asciende escalones dentro de la Iglesia haciéndole sexo oral al clero alemán, y
la de su compañero y apoyo y médico personal; finalmente, unida a la historia
del obispo de Argentina, Antonio Viazza (¿el Papa Bergoglio?) que al contrario
de Casimiro persigue dentro de su jurisdicción a todos los sacerdotes
aflautados.
Hace un par de meses le pregunté a un amigo
seminarista sí era cierto que el 50% de los curas eran homosexuales, éste
sorprendido me relacionó: ¡Hum! Luisfer, por ahí pasó la cuenta… yo diría que
el 80%...
Finalmente, para no dañarles el final de la
historia, les invito a leer el libro, para que se enteren cómo en un universo
paralelo un Cardenal colombiano logró traer al Señor de los Milagros de Buga al
Papa Benedicto XVI y cómo se perfiló para ser el primer Papa colombiano, y su
trágico final. Sólo les cuento que desde que leía Harry Potter y El Señor de
los anillos a mis catorce años no me leía una obra tan asiduamente, la que
terminé en un par de días.
Esta obra publicada cuidadosamente por Ediciones
UNAULA la dedicó el literato así: “A la memoria de Fernando Molano, el gran escritor
que iba a tener este país”, autor reconocido por escribir Un beso de Dick y de forma
póstuma Vista desde una acera, dos
textos homoeróticos de la realidad colombiana.
Para el autor es destacable el hecho de que algunas
universidades están usando su obra para investigaciones, como la Luis Amigó y
aparte de los muchos reportajes en toda suerte de periódicos y publicaciones su
misa ha sido embrión para otros libros como La
misa de Gardeazábal ¿genialidad o blasfemia?, por Joan Manuel Largo,
historiador que hizo el comentario de contraportada: “Desde los días de la
hegemonía del culto católico, el libro nos trae hasta hoy,, donde el impulso
vital de muchos siervos de dios no es la vocación sino el goce del cuerpo.
Quienes puedan leer el libro (aquellos que lleguen a la última página sin el
deseo de armar una hoguera y arrojarlo allí) no podrán negar su rigor. La
novela es un retrato exacto y atrevido, mordaz y sincero: sólo la muerte
purifica el pecado.”
El último libro del polémico escritor vallecaucano Gustavo
Álvarez Gardeazábal, La misa ha terminado
(Ite missa est), está en el ojo del huracán desde su lanzamiento oficial
hace poco más de tres meses, y es que desde aquel primero de febrero pasado no
ha dejado una semana sin provocar escándalo y controversia. Para muestra, su
provocadora e irreverente novela puntea el ápice de los libros más vendidos en
el país, por más de 8 semanas consecutivas.
Aún sin leer el libro, ya se rumoraba para finales
de enero, que una hecatombe de proporciones bíblicas se venía contra la Iglesia
Católica; que centuria tras centuria de sodomía finalmente iba a destaparse, y que
finalmente este prolífico autor se las iba a cobrar completas a la Iglesia,
como lo hizo Fernando Vallejo con su
obra La puta de Babilonia.
Pues bien, por las redes sociales seguí el lanzamiento de La misa desde
Cartagena, ya que a pesar de ser promocionado en pleno Hay Festival, éste nunca ha invitado al autor de Cóndores no entierran todos los días; contrastando
con el protocolo del evento paralelo, el escritor llegó al restaurante El portón de San Sebastián (santo
patrono de los homosexuales) vestido con una colorida papayera, mientras al son
de la música, hombres en zancos, malabaristas y piromaníacos que escupían llamas
desfilaban ante cientos de curiosos e invitados. Muchos de los cuales
recibieron uno de los más de 500 ejemplares que el novelista destinó para
regalar esa noche. ¡Qué hubiera dado por estar ahí! No obstante, le escribí al
autor felicitándolo por su proeza y sin conocerme, me envió a vuelta de correo
un ejemplar autografiado.
Este tulueño pintó una historia de poder, amor y
muerte en los escenarios más sagrados de occidente, dentro de la jerarquía
eclesiástica, rompiendo tabúes y paradigmas que la Iglesia ha conservado contra
todo pronóstico como misterios teologales.
Muchos colombianos estarán identificados con el
lenguaje directo y sin tapujos que utiliza Gardeazábal. Llamando las cosas por
su nombre, entreteje varias historias, -viajando y regresando en el tiempo a su
antojo-, para presentar la vida de dos curas homosexuales que contratan un
sicario, ante su incapacidad de continuar una vida con Sida, hecho histórico
que escandalizó al país en 2012, de donde seguramente tomó este literato este
par de personajes; la historia del Cardenal colombiano Casimiro Rangel que
asciende escalones dentro de la Iglesia haciéndole sexo oral al clero alemán, y
la de su compañero y apoyo y médico personal; finalmente, unida a la historia
del obispo de Argentina, Antonio Viazza (¿el Papa Bergoglio?) que al contrario
de Casimiro persigue dentro de su jurisdicción a todos los sacerdotes
aflautados.
Hace un par de meses le pregunté a un amigo
seminarista sí era cierto que el 50% de los curas eran homosexuales, éste
sorprendido me relacionó: ¡Hum! Luisfer, por ahí pasó la cuenta… yo diría que
el 80%...
Finalmente, para no dañarles el final de la
historia, les invito a leer el libro, para que se enteren cómo en un universo
paralelo un Cardenal colombiano logró traer al Señor de los Milagros de Buga al
Papa Benedicto XVI y cómo se perfiló para ser el primer Papa colombiano, y su
trágico final. Sólo les cuento que desde que leía Harry Potter y El Señor de
los anillos a mis catorce años no me leía una obra tan asiduamente, la que
terminé en un par de días.
Esta obra publicada cuidadosamente por Ediciones
UNAULA la dedicó el literato así: “A la memoria de Fernando Molano, el gran escritor
que iba a tener este país”, autor reconocido por escribir Un beso de Dick y de forma
póstuma Vista desde una acera, dos
textos homoeróticos de la realidad colombiana.
Para el autor es destacable el hecho de que algunas
universidades están usando su obra para investigaciones, como la Luis Amigó y
aparte de los muchos reportajes en toda suerte de periódicos y publicaciones su
misa ha sido embrión para otros libros como La
misa de Gardeazábal ¿genialidad o blasfemia?, por Joan Manuel Largo,
historiador que hizo el comentario de contraportada: “Desde los días de la
hegemonía del culto católico, el libro nos trae hasta hoy,, donde el impulso
vital de muchos siervos de dios no es la vocación sino el goce del cuerpo.
Quienes puedan leer el libro (aquellos que lleguen a la última página sin el
deseo de armar una hoguera y arrojarlo allí) no podrán negar su rigor. La
novela es un retrato exacto y atrevido, mordaz y sincero: sólo la muerte
purifica el pecado.”
[1]
Ganador del Concurso Leamos la Ciencia para Todos, 2004-2006, del Fondo de
Cultura Económica, Categoría Reseña Crítica.