Hoy estoy bloqueado. Siento una necesidad íntima de escribir, que más parece una obligación con la sociedad. He perdido muchos años de escritura. Ya parece no gustarme. Pero tengo una deuda, y como tal debo ponderarla.
Una parte de mí busca excusas para no proceder. Y ese espíritu ansioso desea manifestar su deseo en mi fisiología. Cuánto daría por tomarme un té caliente, una fuerte y profunda infusión. El té verde contiene antioxidantes que combaten algunos tipos de cáncer, y la verdad, aunque esto no fuera mi cuerpo ya lo pide a gritos.
Hace unos minutos, salí al solar de mi casa buscando alguna hierba aromática para beberla en infusión, pero no encontré ninguna. Vino a la mente la idea del agua hervida, pero ella no quiere que yo la beba. No tiene sentido hacerlo, es sólo parte de mí, y también de ti.
Podría optar por hervir las flores de la Virgen del Carmen, unas bellas astromelias, o quizás las hojas del jardín de mi madre, pero no quiero sus regaños, y estoy seguro que sí fueran comestibles, la humanidad ya me lo habría avisado, aunque de esto último no estoy muy seguro.
¿Será que el té tiene poder para inspirarme? ¿Se habrán escrito grandes obras en oriente, o con tanta globalización, ya en occidente, bajos los efectos de un caliente y rico té? Por sí las moscas, acabo de limpiar una ramita de apio que encontré en mi solar, y la puse a hervir con un poco de agua, como para una porción. No sé sí la hoja se le agrega ya o apenas hierva el agua, yo la adicioné ya.
Disfruté muchísimo esta infusión de apio. Me han dicho que es buena para el estómago y para la digestión.