A veces estamos más presentes, más despiertos y con un alto grado de sensibilidad frente al existir. Lo anterior implica la otra cara de la moneda: ausencias prolongadas y atrofia sensitiva. El universo envía orden tras orden; instrucciones permanentes y consecutivas que indican que algo ha cambiado, que algo se debe modificar. Y nosotros acostumbrados a seguir ahí… tácitos y espontáneos.
Para algunos se hace más fácil y llevadera su vida. Al parecer nada les preocupa ni mortifica, y parecen un perro blanco, cuyos años van pasando y sólo se dejan llevar plácidamente por la vida.
¿Por qué encendí la computadora para escribir? ¿Por qué sentí repentinamente la necesidad de volver a mis escritos? ¿Qué era lo que quería expresar? Definitivamente hubiera sido más fácil seguir distraído frente al televisor, dopando mi conciencia con películas que hablan de otras vidas, otras perspectivas y otros horizontes.
Hace una semana empecé a agradecer a Dios varias veces al día, y con gran fervor, sin embargo, poco queda de esa obligación. Quisiera mantenerla, pero se me hace difícil. Aquí yace el problema de escribir, puesto que hasta hace dos renglones lo escrito, a mi parecer, podría ser público en un blog, no obstante, reconocer mi falta de hábitos de oración dificulta el asunto.
¿Qué sentido tiene el escribir estas palabras, sí quizás escritores de mayor envergadura ya aportaron respuestas a mis “descubrimientos”?
Mientras escribo estos aportes, miro mi pequeña biblioteca personal viendo las diferentes manifestaciones del espíritu humano en tomos, tamaños, temáticas, lenguas, religiones, precios, etc. Todos los autores tuvieron un objetivo general para comunicar su punto de vista, el mío aún no lo hayo, tengo uno específico y es publicar algo en mi blog. Espero que esto sirva.
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