El primer libro que publicaré será:

sábado, octubre 05, 2013

Tertulia sobre un pene y las ánimas del purgatorio



-¡Los hombres son unos perros!; en los pueblos, creen que todas las viudas son unas prostitutas. Las persiguen los solteros y hasta los casados –me dijo Isabel mientras se limpiaba una lágrima que corría por su mejilla, inquiriendo: ¿Se me dañó el maquillaje? Hablaba con el corazón en su mano, mientras Dora y yo sentíamos la conexión de las almas cuando se abren y entregan todo su amor.

Éramos tres espíritus que departíamos en una noche mágica bajo la luz natural de las estrellas y las galaxias; y en el fondo se perfilaba la Iglesia, iluminada por luz artificial. Ese morado azuloso que reflejaban sus ladrillos contrastaba bien con los verdes y amarillos que iluminaban las luces del parque principal. Estábamos bajo la sombra de un magnolio de flores blancas que parecía estar pendiente de nuestra tertulia, pues esas flores grandes, esponjosas y olorosas son admiradas por quienes visitan ese terruño; pocos lugares pueden contar que les haya prendido un magnolio al frente del Templo Parroquial. Incluso hasta dos perros callejeros, al percatarse que las arepas de chócolo con ensalada y el chorizo de Dora no eran para ellos, optaron por sentir algo de ese calor humano que transmite una voz cálida y parecía que respiraban al unísono de la conversación.

Magnolio de Entrerríos


Muchos años atrás, en un frío municipio cercano a la meseta de los osos, al norte de Antioquia, se mecía un gran yarumo blanco sembrado en el parque principal de este lomudo y fabuloso municipio. El viento parecía jugar con sus hojas mientras una luna plateada reflejaba todo su esplendor. Sus hojas grisáceas determinaban un sinfín de características que daban a la región todo el encanto y la magia de los pueblos antioqueños. Aquella noche umbría auguraba sólo malos presagios para la familia Rodríguez López. Esa noche enviudó su madre y con gran tesón y sufrimiento sacó adelante a sus cuatro hijos.

Los yarumos fueron testigos de las incontables veces que tuvo que levantarse Aliria a las 4 de la mañana para lavar ropa ajena con el fin de sacar adelante a sus hijos, pagarles comida y educación, desgastarse su vida y juventud bajo la compañía de la lluvia y un par de turpiales. Varias noches a la semana, también bajo la sombra de los yarumos se quedó hasta altas horas de la noche barriendo la calle para llevar algo de comida extra a su humilde hogar.


http://poesiadiamundial2q.blogspot.com/2013/06/yarumos-texto-de-julian-chica-cardona.html

Sí los yarumos pudieran hablar la hubieran advertido la noche que bajo su sombra grisácea y plateada dos borrachos hablaban de negociar su celo y maternidad. Uno de ellos fue más allá y quiso pagarle por mercancía que Aliria no vendía y que definitivamente impactó a Isabel aquella noche, cuando era apenas una niña. Llegó a su casa a las afueras del pueblo aquel malicioso borracho con las hormonas alborotadas tras degustar cervezas y aguardientes. No era el primer hombre que asociaba viuda con mujer libertina y que quería satisfacer su sexualidad como fuera. Llamó a la puerta con alevosía y la madera de comino reflejaba bellamente la luz de la luna y las estrellas, pues recién habían cortado la electricidad por exceso de pago a la familia de Aliria. Al ver que no respondían y notando una hendidura en la puerta introdujo su miembro viril por ésta mientras que gritaba solicitando servicios que no le iban a ofrecer. Esta imagen conmocionó a una niña de 7 años que se escondía bajo las enaguas de su madre.

-¡Ánimas benditas! ¡No me desamparen y por favor cuídenme de estos hombres! –Gimió escondida Aliria mientras veía esa escena por primera vez en su vida. Nunca antes ninguno de los tantos hombres que la pretendían y le insinuaban que dejase de lavar ropa ajena y de barrer la calle por hacerles favores sexuales se había atrevido a tanto.

Inmediatamente invocó a las ánimas con mucha fe se escuchó un montón de gente caminando por la carretera como próximos a aparecerse en su casa y el borracho al pensar que estaban llegando los vecinos de Aliria salió como alma que lleva el diablo.


Cuenta Isabel, con todo el respeto del caso, terminando de morder su arepa de chócolo con ensalada y salsas, que cada vez que un hombre llegaba a su casa con esas intenciones su santa madre invocaba a las ánimas y éstas se manifestaban con ruido, pasos y voces, para ahuyentar a todo aquel que quisiera sobrepasarse.
El día de la inspiración...

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