Esta mañana me desperté con dos ideas espectaculares para futuras novelas, o eso piensa uno de sus propias ideas, quién sabe...
Una fue una escena vívida y contrastante entre muerte y vida, amistad y pasión, deseo y miedo... por lo menos tomé la precaución de apuntarla aún medio dormido en un cuadernillo de ideas frescas que mantengo conmigo.
La otra fue más bien un sueño o pesadilla ficticio, en donde unos extraterrestres, muy humanoides, por cierto; invadían la tierra y nos atrapaban a mí y a un tío, de los menos allegados (quién sabe por qué lo llamé al sueño) y todo el efecto que ello producía en mí. Creo que en cine se vería especular, y la trama gustaría al público en general.
Ayer, mientras llegaba al trabajo, me percaté de que en la estación de metro donde me bajo había a mano derecha saliendo, por todo el puente peatonal que cruza la Avenida, unos palos metálicos pintados de gris, que sumados al muro miden más de 2 metros. Aunque estaba cogido de de la hora para entrar me pregunté por ellos, sin embargo, habiendo tantas cosas en qué pensar, olvidé el interrogante por completo hasta hoy en la tarde, que volví a pasar en pleno desfile de caballos y borrachos -futuros ebrios un par de horas luego- descubrí para qué era. Realmente me sorprendió su oficio.
Resulta, que se presume... hasta que no se demuestre lo contrario, que todo usuario del tren portador de la "Cultura Ciudadana Metro", es un comunicador social en potencia y que seguramente al ver pasar los desfiles de la Feria de las Flores en la Carrera Ochenta se quedará mirando por el muro, haciendo taco e impidiendo el flujo normal de personas. La verdad, me sentí aludido, seguramente mi caminar hubiese sido más despacio sí no hubiese estado ahí el muro plástico de más de 2 metros de altura.
Soluciones ingeniosas para una ciudad en movimiento... ¿la Cultura Metro se quedó en el tren?
Aún entendiendo lo anterior no deja de sorprenderme la "confianza desconfiada" de la que somos partícipes el común denominador de la población paisa, cuando viajo a la ciudad de Bogotá y me sorprendo -no sé sí positiva o negativamente- respecto a una tradición bogotana. Cuando uno se monta a un bus por la parte trasera manda el dinero al conductor de persona en persona hacia éste, y él envía la devuelta de la misma manera hacia atrás. Todo mundo lo hace. Es común allá... mientras que en Medellín nunca he visto algo parecido, creo que nunca lo habrá...
Me doy por bien servido por haber tenido la oportunidad de contrastar aspectos parecidos en 3 capitales del mundo: Caracas, Quito y México -bueno, 4 con Bogotá-. Y en ninguno de sus autobuses u ómnibus(Ecuador) hay seguridad en la puerta, para contar a los pasajeros, con la intención de que los conductores no roben a los dueños de los camiones....