Lo primero
que hice ese día viajando de Entrerríos a Medellín fue conversar con una joven
que estaba sentada en el asiento de al lado, ella me conocía de un par de meses
atrás, pero para mí era como si fuera la primera vez. Ella recuerda que nos
conocimos en el paseo de la Cooperativa a los tamarindos de diciembre, que
incluso iba en el asiento del lado, pero como yo estaba concentrado en la
cleptómana del filo y en otro detalle no me di por enterado de su presencia.
Para no
intentar hacer literatura fina a partir de experiencias tan traumáticas y
críticas, procedo con mi queja pública nombrando las infracciones de tránsito,
de ética, de moral, etc. que cometió este pelao conductor en menos de 10
minutos, todo lo ulterior antes de llegar al parador que llaman la Fonda de
Lucio:
Ese
conductor estaba:
1. Contando un fajo de billetes mientras
conducía para entregarle a un amigo o copiloto.
2. Enviando mensajes por pin blackberry mientras
conducía, con una densa neblina de fondo, la cual no permite ver más allá de la
nariz.
3. Contestando el celular mientras manejaba,
hablando con personas a diestra y siniestra.
4. Comiendo Dunkin Donuts mientras es responsable
de más de 20 vidas.
5. Cantando música a todo volumen mientras hace
todo lo anterior, cogiendo las curvas cerradas a toda velocidad
Fue un milagro
que no le dio por fumar en el bus. Sería el colmo, pero lo primero que hizo al
bajarse del bus en San Pedro fue hacerlo.
Cuando yo
vaya a viajar nuevamente pensaré sí me ahorro 1000 pesos de pasaje o 1000 meses
de vida
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